La buena apariencia física y un aspecto juvenil están muy relacionados con el estado de salud que mantenemos y nuestras reservas de energía y alegría, como tod@s lo hemos podido comprobar al recuperarnos nosotr@s mism@s o alguien próximo de alguna enfermedad o de alguna crisis profunda.
De la misma manera que un tratamiento natural encaminado a recobrar la salud redunda en una mejoría del aspecto físico, los tratamientos estéticos naturales también contribuyen a mejorar el estado físico del organismo, su fortaleza y el estado anímico.
Esto se debe a que comienzan a actuar desde el interior favoreciendo la eliminación de toxinas, cuya acumulación es en gran medida una de las principales causas de envejecimiento, y a la nutrición con sustancias fundamentales como vitaminas, proteínas, oligoelementos, minerales... vía interna y aplicadas localmente, con su consiguiente efecto tonificante y rejuvenecedor del organismo.
Incidiendo sobre todo en la piel y el tejido conectivo aumentan su regeneración, elasticidad y firmeza, logrando un efecto antiaging respetando los rasgos propios y el biotipo de la persona y retardando notablemente, con un uso continuado, los cambios asociados al paso del tiempo.
